El procesamiento sensorial eficiente implica la capacidad de registrar, prestar atención, interpretar y ejecutar adecuadamente una respuesta a la información sensorial del entorno y del interior del cuerpo. Cuando una persona no puede procesar la información de los sentidos de manera eficiente, se dice que tiene una deficiencia en el procesamiento sensorial. Las deficiencias en el procesamiento sensorial pueden manifestarse en una variedad de formas y afectar las habilidades motoras, el aprendizaje, el nivel de actividad, el comportamiento, la regulación social y emocional de un niño.
Para todos nosotros, nuestra mente y cuerpo están delicadamente conectados. Cada pensamiento, sentimiento y acción que experimentamos ocurre a través de interacciones complejas de nuestro cerebro. La forma en que procesamos la información sensorial tiene un gran impacto en nuestro comportamiento. El más mínimo cambio en nuestros procesos cerebrales puede influir en la forma en que enfrentamos la vida cotidiana.
Los niños inherentemente quieren jugar, aprender, cooperar, hacer amigos y tener éxito. Este impulso interno puede verse interrumpido cuando ciertas áreas del cerebro que procesan la información sensorial no parecen estar haciendo la conexión que deberían. Los comportamientos resultantes pueden confundir, frustrar y, a veces, enojar a los padres, maestros, proveedores de guarderías y niñeras. Pero lo más importante es que afectan la capacidad del niño para sentirse cómodo y navegar con éxito en su mundo.
La mayoría de los niños con problemas sensoriales nacen con estos desafíos. Es por eso que la intervención temprana es tan importante para los bebés y niños pequeños. El tratamiento temprano de los “pequeños” problemas evita que se conviertan en grandes problemas más adelante.
Comprender cómo el procesamiento sensorial deteriorado puede ser la base de un niño
La lucha es el primer paso en el viaje de una familia para ayudar al niño.