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Era inusualmente quisquilloso, difícil de consolar o se asustaba fácilmente cuando era un bebé. Es demasiado sensible a la estimulación: reacciona de forma exagerada al tacto, el movimiento, los gustos,
sonidos u olores. -
Tiene dificultad para regular el ciclo de sueño/vigilia: acomodarse para dormir, permanecer dormido y despertarse sin irritabilidad.
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Tiene dificultad con las actividades cotidianas como comer, dormir, cepillarse los dientes o vestirse.
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Se abruma fácilmente en situaciones grupales, lo que puede resultar en sobreexcitación, crisis o cierre.
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No puede obtener información sensorial “suficiente”: tocar, apretar, mover, rebotar o llevarse la boca.
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Tiene poco tono muscular, se fatiga con facilidad, se apoya en las personas o se desploma en una silla. Usa una cantidad de fuerza inapropiada cuando manipula objetos, colorea, escribe o interactúa con hermanos o mascotas.
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Tardó en rodar, arrastrarse, sentarse, pararse o caminar, o para lograr otros hitos motores.
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Es torpe, se cae con frecuencia, choca con muebles o personas y tiene problemas para juzgar la posición del cuerpo en relación con el espacio que lo rodea.
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Tiene dificultad para aprender nuevas tareas motoras; experimenta frustración cuando intenta seguir instrucciones o secuenciar pasos para una actividad.
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Evita las actividades en el patio de recreo, la clase de educación física y/o los deportes.
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No disfruta de actividades motoras apropiadas para su edad, como saltar, columpiarse, escalar, dibujar, cortar, armar rompecabezas o escribir.
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Dificultad para aprender a jugar o llevarse bien con otros niños. Dificultad con o evita actividades de dibujar, cortar, escribir.
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Desafíos en la escuela, incluyendo atención, percepción organizacional y habilidades de escucha.
¿Su hijo tiene retrasos en las habilidades motoras?